Viaje al Maratón de Atenas 2018

José Luis Rodriguez Barberán: Como hacer equipo con gente que hace 48 horas no conocías de nada.


Publicado 10-12-2018



Han pasado más de 2.500 años desde que Filípides llegara corriendo a Atenas para anunciar la victoria de su ejército sobre los persas y, sin saberlo, sembrara el germen de esta maravillosa locura que es correr una distancia mítica. Cuenta la leyenda que tras anunciar la victoria, cayó al suelo exhausto y murió por el esfuerzo. Era lógico, sin camiseta técnica, pulsómetro ni zapatillas de pronador el desenlace fue terrible. Después de muchos siglos y gracias a mi hermana Ángeles, no podía imaginar que iba a formar parte de esta leyenda. Han quedado atrás muchas horas de entreno y sacrificio, pero eso ha pasado ya y aquí estoy, es el día de la carrera y todo está dispuesto para que nada salga mal.
A las 5 AM toca desayuno, así que como los toreros cuando se visten de luces, el ritual de vestirse comienza a poco de sobrepasar las 4 de la madrugada.... lo cual me hizo pensar que el verdadero motivo de que Filípides muriera era que a esas horas no encontró abierta ninguna venta para tomarse un café cortao y media con manteca de lomo....
Muy pronto, antes de la salida, se siente que vas a hacer algo especial, hay ambiente de día grande. Me gusta mirar las caras de los corredores, los hay concentrados, los que sonríen y gastan bromas, los que miran sin fijar la vista y los que como yo, acostumbrados a correr en compañía, buscan alguna cara que les dé la confianza de que su tiempo y el mío se van a parecer, porque mi amigo Juanlu, compañero de ruta, hoy no me acompaña...
Llegamos a Maratón en el bus, el César Team al completo, un magnífico grupo lleno de gente buena.
Mi única ambición hoy es terminar la carrera, no sufrir demasiado, encontrar un ritmo que me permita pasar los kilómetros con la mayor comodidad posible. El perfil de la carrera asusta un poco, del km 11 al 30 picando hacia arriba, para romper piernas si no has sabido dosificar fuerzas. De ahí que mi comienzo sea muy conservador. Voy con la compañía de Juanra que me va a acompañar los primeros km hasta que su mejor ritmo sea demasiado para mí. Es momento de controlar los pulsos que se disparan y sentir el ánimo de un público que no te va a abandonar en toda la carrera. Un pueblo cargado de historia, que en un día como hoy, sale a la calle para reivindicar su pasado, para decirles a los que manejan su lastrada economía que su historia es grande, y que por eso cantan, bailan, animan y no paran de gritar BRAVO a nuestro paso, porque hoy nosotros estamos volviendo a pisar una senda ya pisada, porque hoy estamos honrando la memoria de sus héroes que hace siglos derramaron su sangre para defender su tierra....porque hoy olvidan por un momento que sus enemigos visten traje y corbata y acuden a su Rescate en la panza del Caballo de Troya de la economía mundial. Un  pueblo que con sus camisetas negras no quiere olvidar los 99 muertos por causa de unos fuegos que devastaron una región que hoy se vuelca con nosotros.
Así que también por ellos, toca apretar los dientes, mirar al frente y disfrutar con esos primeros kilómetros y llegar bien al tiempo en el que la carretera empieza a empinarse. A poco de comenzar un niño me ofrece una rama de olivo que me va a acompañar toda la carrera. Hace calor y tocará sufrir cuando el sol castigue de pleno. Las cuestas tras el kilómetro 11 se suceden una tras otra y van dejando lastradas las piernas de los corredores. Las bromas del comienzo de la carrera se han acabado y sólo se oye el golpeo de las zapatillas contra el asfalto. La carrera se hace dura, muy dura. A cada pueblo que se atraviesa los niños se arremolinan al borde de la carretera para chocar sus pequeñas manos con las nuestras. En ese punto ya he decidido que hoy se "guarda" el reloj, que tocará sufrir pero que voy a disfrutar cada momento de la carrera. Por fin se llega al 30, se acaban las cuestas, pero a mí no me quedan piernas, así que hay que trabajar la mente y tirar de corazón. Son los momentos donde uno se pregunta si merece la pena, si no se estaría mejor de turismo por Atenas.....son esos malos pensamientos que hay que desterrar. Los kilómetros siguen cayendo lentamente, como el día de la marmota creo que pasé tres o cuatro veces por el 37...
Pero por fin, entro en Atenas.... y estalla la locura. Subidón a pesar de los calambres que llegan a las piernas, y al final de una larga avenida, la visión del Estadio Panathinaiko .... y todas las dudas que surgen durante la carrera tienen respuesta en ese momento. Lloro de emoción y miro al cielo. Doy las gracias a todos los Dioses del Olimpo que me han guiado hasta Atenas, al mío Único y Verdadero, a mi hermana Ángeles, "culpable" de que hoy esté aquí, a Pablo y Ángela que conocen de mi locura, a los amigos que han soportado la paliza que les he dado con esta carrera y que me han animado desde la distancia, a César por su perfecta organización y a todo el César Team, con los que compartí la noche del domingo uno de los Gin Tónic que mejor me han sabido en mi vida....

Ya sólo quedaba entrar en el estadio, recoger la medalla y buscar entre las gradas una mirada, la que me ha seguido en esta aventura y la que cada día desde hace más de 30 años me acompaña y da fuerzas en la dura maratón que es vivir....

José Luis Rodríguez Barberán
Sevilla



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